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Mostrando entradas de abril, 2011

Has dejado tu primer Amor-Apocalipsis 2:4

Historia del Pelagianismo

"Y aunque este punto de vista es el que predomina en las encuestas de hoy en la mayoría de los círculos evangélicos profesantes. Y así como el semi-Pelagianismo es en esencia simplemente una versión ligeramente velada del Pelagianismo verdadero, de igual manera éste es el mismo que prevalece en la iglesia, y no sé que pasará. Sin embargo, si sé que no sucederá: no tendremos una nueva Reforma. Hasta que nos humillemos y entendamos que ningún hombre es una isla y que ningún hombre tiene una isla de justicia, que somos completamente dependientes de la pura gracia de Dios para nuestra salvación, no empezaremos a descansar sobre la gracia y a regocijarnos en la grandeza de la soberanía de Dios, hasta que no desechemos la influencia pagana del humanismo que exalta y coloca al hombre en el centro de la religión. Hasta que esto suceda no tendremos una nueva Reforma, porque en el corazón de la enseñanza Reformada ocupa el lugar central la adoración y gratitud dadas a Dios y sólo a Dios.

La Soberanía de Dios-R. C. Sproul

En la mayoría de las discusiones acerca de la predestinación, existe una gran preocupación acerca de proteger la dignidad y libertad del hombre. Debemos también observar la importancia crucial de la soberanía de Dios. Si bien Dios no es una criatura, es persona en sí misma, con una dignidad y libertad supremas. Somos conscientes de los intrincados problemas que rodean la relación entre la soberanía de Dios y la libertad humana. Debemos también ser conscientes de la estrecha relación entre la soberanía y la libertad de Dios. La libertad de un soberano es siempre mayor que la libertad de sus súbditos. Cuando hablamos de la soberanía divina, estamos hablando acerca de la autoridad de Dios y el poder de Dios. Como soberano, Dios es la suprema autoridad del cielo y la Tierra. Toda otra autoridad es una autoridad inferior. Cualquier otra autoridad que exista en el universo se deriva y es dependiente de la autoridad de Dios. Todas las demás formas de autoridad existen bien por el mandato de

Domini Sumus

Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. (LBLA) El gran reformador Martín Lutero viajaba a pie muy a menudo. En cierta ocasión pidió alojamiento en una rústica casa de campesinos. Sin saber quién era, lo recibieron bien y lo trataron tan bien como pudieron. Al saber quién era rehusaron toda paga, pero le pidieron encarecidamente que se acordara de ellos en sus oraciones y que escribiera con tinta encarnada en su pared alguna inscripción de recuerdo. Prometió hacerlo y escribió: Domini Sumus. El campesino le preguntó qué significaban aquellas palabras, y Lutero explicó que tenían doble sentido. —Significan —dijo—, “Somos del Señor”, pero pueden también significar: “Somos señores”. Lo uno entra en lo otro: siendo propiedad del Señor Jesucristo a gran precio adquirida, no debemos ser esclavos de Satanás ni de hombre sino señores verdaderamente libres que no sirven al pecado sino al Señor Jesús.