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Mostrando entradas de mayo, 2011

Signos Masculinos-1ra. parte

La moda unisex Estamos tan acostumbrados a nuestras creencias relativistas y andróginas (unisex) que las manifestaciones culturales de masculinidad y feminidad son infinitamente flexibles.  Como toda falsedad, esta se ha hecho aún más factible por la medida de verdad que posee.  Ciertos distintivos entre los sexos son culturalmente cambiantes, pero de ello no se sigue que todos los distintivos pertenecen a la misma categoría. La noción de la "masculinidad" es muy susceptible de burla y por eso es muy difícil de defenderla.  Pero el  propósito de esta sección es relatar las señales exteriores de la masculinidad en tres áreas de debate: La vestimenta, el cabello y las joyas .  Vivimos en cultura andrógina (unisex) y el mundo que nos rodea está trabajando poderosamente para que oscurezcamos, tanto como podamos, toda distinción entre los sexos.  La tarea del padre y esposo cristiano es evitar el oscurecimiento de estas distinciones, tanto en su forma de vivir como en sus ense

Evitando una Conciencia Endurecida

Somos advertidos a no permitir que lleguemos a estar endurecidos, porque si miramos todo el concepto de endurecimiento en su perspectiva bíblica, vemos que algo nos sucede a través de repetidos pecados.  Nuestras conciencias llegan a cauterizarse.  Entre más cometemos un pecado particular, menos remordimiento sentimos por este. Nuestros corazones se vuelven obstinados a  través de la desobediencia repetitiva. Cuando Dios endurece el corazón, todo lo que Él hace es dejarnos y parar de contender con nosotros.  Por ejemplo, la primera vez que cometo un pecado particular, mi consciencia me molesta.  En su gracia, Dios está convenciéndome de este mal.  Dios está interfiriendo en mi vida, tratando de persuadirme a dejar esta maldad.  Si Él quiere endurecerme,  todo lo que Él tiene que hacer es parar de reprenderme, parar de codearme, y darme suficiente cuerda para ahorcarme yo mismo. Nosotros vemos en la Escritura que cuando Dios endurece los corazones, Él no fuerza a la gente a pecar, en l

Ministrando a tu Pastor-John Piper

Empezamos con un pasaje de Escritura de Romanos 1:8-12. Pablo le dice a la iglesia: En primer lugar, doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo por todos vosotros, porque por todo el mundo se habla de vuestra fe. Pues Dios, a quien sirvo en mi espíritu en la predicación del evangelio de su Hijo, me es testigo de cómo sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones, implorando que ahora, al fin, por la voluntad de Dios, logre ir a vosotros. Porque anhelo veros para impartiros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; es decir, para que cuando esté entre vosotros nos confortemos mutuamente, cada uno por la fe del otro, tanto la vuestra como la mía.