El Cristianismo honra la vida de la mente, no porque celebra el poder del intelecto humano, sino porque Cristo mismo instruyó a los Cristianos a amar a Dios con corazón, alma y mente. SER HUMANO ES PENSAR, y pensar es operar dentro de una visión del mundo. Cada individuo opera en un conjunto básico de convicciones acerca de la realidad, la verdad, lo que es significativo, y cómo funciona el mundo. Como criaturas pensantes, creamos, percibimos, asimilamos y basamos nuestro pensamiento en ciertos supuestos intelectuales que, en esencia, nos permiten que el mundo tenga sentido para nosotros. No hay nada distintivamente cristiano en tener una cosmovisión. El proceso mismo de la actividad intelectual requiere algún tipo de marco, y ninguna idea es independiente de los supuestos precedentes. Como seres humanos, no podemos iniciar ni siquiera un momento de actividad intelectual sin la dependencia de supuestos que son, en esencia, pre filosóficos. Esto es verdad para todos los ser